Los revisores dedican al menos 80 horas a formarse con un instructor. A partir de ahí, realizan prácticas de campo con una simulación del sistema de revisión, de forma que pueden aplicar lo aprendido en un entorno simulado. Tras este aprendizaje práctico, reciben un informe que destaca las áreas en las que han aplicado nuestras políticas de forma coherente y precisa, y aquellas en las que deben practicar más.